En un post anterior te hablé de un trastorno en el ámbito
sexual bastante desconocido hasta el momento, me estoy refiriendo al Trastorno Persistente de Excitación Genital Femenina.
Te recuerdo
que este trastorno consiste en que la
mujer que lo padece está excitada genitalmente de forma constante sin que
haya deseo sexual consciente y el orgasmo no alivia dicha excitación.
Bien, pues esta vez vamos a ver
qué diferencia dicho trastorno de otro llamado Hipersexualidad ( conocido
también por el nombre de ninfomanía en mujeres y satiriasis
en hombres)
La hipersexualidad
se define como un intenso, irrefrenable y frecuente deseo sexual que va
acompañado de fantasías y/o masturbación u otros tipos de conducta sexual con el objetivo de satisfacer dicha excitación.
Al igual que en la TPEGF la causa es desconocida aunque suele darse
como consecuencia de otro trastorno (eje. Trastorno bipolar) o de efectos
secundarios de otras drogas. También se hipotetiza como posible causa el haber sufrido abusos sexuales en la infancia. Las personas sanas pueden padecerla de vez en
cuando de forma temporal debido a un incremento excesivo de ciertas hormonas.
A diferencia del TPEGF, en la hipersexualidad:
- Hay deseo sexual consciente, en este caso excesivo.
- Las experiencias sexuales se suelen vivir como satisfactorias (en lo que se refiere a la sensación de alivio tras el orgasmo) aunque tras ellas se sufra un elevado grado de culpa o malestar y pronto se vuelva a sentir la necesidad de más relaciones sexuales.
- La persona siente la necesidad irrefrenable de satisfacer su deseo sexual de forma constante, en el TPEGF la persona siente necesidad constante de satisfacer su excitación genital.
- La persona queda satisfecha una vez alcanza el orgasmo.
- La persona conoce el estímulo que ha suscitado su deseo sexual.
- Se da en ambos sexos.
- Se considera una adicción.
¿Cómo diferenciamos una persona sexualmente muy activa de una que padece hipersexualidad?
Podríamos considerar que cuando el deseo/la actividad
sexual de la persona le impiden un funcionamiento normal es cuando deberíamos plantearnos si lo que
padece la persona es un trastorno.
Recuerda que, como en cualquier adicción, el límite no lo marca tanto la frecuencia como el nivel de sufrimiento de la persona, como lo vive ésta.
Recuerda que, como en cualquier adicción, el límite no lo marca tanto la frecuencia como el nivel de sufrimiento de la persona, como lo vive ésta.
Sara Llorens
Aguilar
sllorens@cop.es
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